miércoles, septiembre 27, 2006

CIUDAD OCULTA por Álvaro Pantoja Ocaña.

CIUDAD OCULTA

Las ciudades se fundan, se planifican, se construyen, se forman y se deforman. Sienten contradicciones y olvidos. Integran a su topografía y a su arquitectura acentos particulares y estilos lejanos. Son los escenarios de los acontecimientos. Se resisten y se entregan. Sus espacios son los de la existencia cotidiana, reafirmados por la vida de la gente. En estos vaivenes citadinos las ciudades también ocultan y revelan. Conjugan la certidumbre con lo fortuito. Sus claroscuros abren interrogantes y despiertan nostalgias.

La ciudad de Pasto es una de estas ciudades y en medio de la ciudad vertiginosa que creemos conocer, vive otra, mesurada y monumental. Acoge otra realidad y esta poblada de balcones y zócalos; de arbotantes y columnas, de cornisas y volutas; de arcos ojivales y hojas de acanto,… son las voces y son las señales presentes en el Pasaje Sagrado Corazón de Jesús o en el Santuario de Nuestra Señora de las Mercedes; en el Templo de Santiago Apóstol o en la Gobernación de Nariño; en el Teatro Imperial o en el Templo de San Juan, y junto a otras construcciones de igual memoria, confirman los lugares para la liturgia y el mito, para la fiesta y la ceremonia, para el carnaval y la procesión.

La ciudad recóndita que no se alcanza a ver, guarda, entre sus espacios de luz y de sombra, las huellas de gestas seculares y de tiempos épicos, de resistencias ideológicas y de reacciones incansables. Son los rastros detenidos en distintos materiales, rastros que dan la posibilidad del asombro y del deslumbramiento. Las ciudades sienten todavía las miradas cuidadosas.
Texto e ilustración de ALVARO PANTOJA OCAÑA
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